A raíz de una serie de noticias publicadas en la prensa sobre situaciones surrealistas realizadas tanto dentro como fuera del terreno del juego por deportistas como Gago, Diego Costa o Floro Flores entre otros… me pregunto. ¿Cuál es el problema? La respuesta es sencilla no se invierte lo suficiente en formación.
Cuando hablamos de deportistas, entendemos que son auténticos profesionales, capaces de realizar muchas horas de entrenamiento, de aprender tácticas y técnicas para aplicarlas en un partido, de conocer el funcionamiento del juego y sus reglas para saber competir, de mejorar y superarse cada día, en definitiva de hacer de un hobby su profesión, y es por ello que durante un periodo de su vida pueden vivir parcial o íntegramente del deporte.
La reflexión viene a la importancia de invertir en formación, y esa reflexión debe hacérsela tanto el jugador como todos aquellos gestores que le rodean.
Durante la carrera del deportista se nos olvida formarles en otros aspectos igual de importantes, aspectos que le van a servir para mejorar como profesional y como persona, ayudándole incluso después de su “jubilación deportiva”. El deportista debe conocer las herramientas básicas, tanto comunicativas como sociales.
La primera de ellas, para desenvolverse ante los medios de comunicación, cómo y qué escribir en las redes sociales, la importancia de la comunicación verbal y no verbal, saber actuar en eventos corporativos del club o patrocinadores, a cómo tratar a sus seguidores…
La segunda, para afrontar situaciones que pueden afectar al comportamiento y rendimiento del jugador, tanto dentro como fuera del terreno de juego.
Habilidades referentes a control del estrés, autoconocimiento, motivación, empatía o trabajo en equipo, entre otras.
Habilidades en ambos casos que les van a servir tanto en situaciones personales como profesionales durante toda su vida, siendo importante para el deportista conocerlas y saber utilizarlas en cada momento para poder transmitir el valor personal y profesional que posee.
Pero esta labor debe empezarse desde el deporte base y continuar durante toda la vida deportiva del jugador. Es una reflexión en voz alta a los propios deportistas, pero también a los gestores que le rodean.
La importancia de formarse incluye a todos, hasta a los familiares. Hay que saber que toda esta inversión servirá para conseguir formar deportistas integrales de presente, y personas de futuro.